Hoy Ucrania rinde homenaje a las víctimas de la deportación forzosa del pueblo tártaro de Crimea por parte del régimen estalinista en mayo de 1944, una de las páginas más trágicas de la historia del siglo XX.

Casi cada segundo representante del pueblo tártaro de Crimea murió como resultado del desalojo forzoso por parte de la NKVD de casi doscientos mil representantes del pueblo indígena de Crimea.

La política soviética hacia los tártaros de Crimea fue particularmente brutal. La deportación forzosa masiva estuvo acompañada por la destrucción deliberada de la memoria histórica, la cultura y el idioma únicos del pueblo tártaro de Crimea, y el saqueo total de las propiedades de los tártaros de Crimea.

En 2014, Rusia reanudó las prácticas soviéticas criminales contra el pueblo tártaro de Crimea. De hecho, desde el primer día de la ocupación temporal de Crimea, los ocupantes lanzaron brutales represiones y persecuciones políticas contra los indígenas: fueron reclutados por la fuerza en las fuerzas armadas rusas, privados del derecho a la protesta pacífica, el uso y el desarrollo de la lengua y la cultura de los tártaros de Crimea.

Desde 2016, las autoridades de ocupación prohibieron el Mejlis del pueblo tártaro de Crimea e ignoraron la decisión de la Corte Internacional de anular esta decisión ilegal. Los líderes del pueblo tártaro de Crimea, incluidos Mustafa Dzhemilev y Refat Chubarov, están siendo perseguidos y se les prohíbe ingresar a Crimea. El régimen político detiene ilegalmente a más de 120 ciudadanos de Crimea, la mayoría de los cuales son tártaros de Crimea, por motivos políticos o religiosos.

En los últimos ocho años, los ocupantes rusos llevaron a cabo una militarización sin precedentes de Crimea, convirtiendo una península que fue hospitalaria y pacífica en su base militar y socavando la seguridad en la región del Mar Negro. Actualmente, el ejército ruso está utilizando la península para bombardear ciudades ucranianas y apoderarse de territorios en el sur de Ucrania.

La invasión a gran escala de Rusia contra Ucrania solo ha exacerbado la situación de los derechos humanos en la península. Los tártaros de Crimea sufren persecución política sistemática, discriminación étnica y religiosa, desapariciones forzadas, torturas y detenciones. En particular, los ocupantes continúan deteniendo ilegalmente al primer vicepresidente del Mejlis del Pueblo Tártaro de Crimea, Nariman Dzhelyal, por cargos fabricados, que no son más que una venganza por su posición.

Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que reconozca la deportación de los tártaros de Crimea en 1944 como genocidio, para que se una a la Plataforma Internacional de Crimea, dentro de la cual Ucrania y sus socios continúan la lucha conjunta por la desocupación de Crimea, y para que fortalezca las sanciones internacionales contra Rusia. La Federación de Rusia debe asumir la responsabilidad legal por todos sus crímenes de lesa humanidad en el territorio de Ucrania, incluida Crimea.